Desde el punto de vista farmacológico, el comienzo de la vejez se sitúa a partir de los 65 años. Se habla de viejos jóvenes entre los 65 y los 74 años de edad, viejos intermedios entre los 75 y los 84 años; y viejos viejos por encima de los 85 años1. Aunque esta clasificación encierra mucha controversia, ya que muchas veces la edad cronológica no se corresponde bien con la edad fisiológica, es la más utilizada a la hora de decidir la terapéutica en un paciente.
Los cambios fisiológicos que acompañan al envejecimiento afectan a la absorción, la distribución, el metabolismo y la excreción de los medicamentos2 (tabla I). Los efectos de los cambios relacionados con la edad en la farmacocinética son variables y difíciles de predecir
debido a que pueden deberse únicamente a la edad o, lo que es mucho más frecuente, a la combinación de edad, enfermedades crónicas, múltiples medicamentos, mala nutrición y problemas motores o cognitivos.
Otra variable a tener en cuenta es la adhesión al tratamiento. Si consideramos que en la población general afecta de procesos crónicos3 la adhesión oscila entre el 43 y el 78%, podemos presuponer que en personas ancianas aún será menor. Probablemente en estos pacientes estas cifras serán mucho más bajas, ya que algunos viven solos, otros padecen alteraciones de la deglución, de la memoria, o simplemente están tristes (sin muchos motivos para vivir o presentar un buen aspecto).
Muchos de ellos tienen pluripatología, que requiere una ingesta de varias tomas de fármacos al día, y otros son dependientes de familiares o instituciones que no siempre pueden atender sus necesidades. En un estudio realizado por la Sociedad Catalana de Medicina Familiar y Comunitaria se puso de manifiesto que 3 de cada 10 ancianos ......................
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