lunes, 12 de noviembre de 2012

SER PEDIATRA


Ser pediatra no sólo es ser médico de niños,  de verdad significa muchas, tantas cosas. Significa sentir en el alma, como si fuera  propia, esa fragilidad del niño que viene buscando ayuda en brazos de preocupados, angustiados padres que depositan sus esperanzas  en  tu ciencia y experiencia – que serán puestas a prueba, a veces al límite – pues eres a quien confían lo más preciado para ellos: sus hijos.

Es saber sobreponerse al dolor de ver llorar, quejarse, sufrir a alguien pequeño, tan vulnerable mientras buscas en tu mente la solución del rompecabezas, dedicando incluso tus horas libres a buscar la manera de hacer más… Y es que son tan frágiles criaturas, que se siente como si tuvieras entre tus dedos una mariposa herida sabiendo que cualquier cálculo errado, cualquier movimiento en falso puede dañarla en su bella y perfecta integridad y armonía para siempre.
Es aprender a tolerar el llanto mientras tratas de auscultar o escribir la historia, el vómito intempestivo que te salpica el mandil, los chorros sorpresa de orina del paciente que examinabas, la tos o estornudo en la cara, las patadas que te dan mientras tratas de verles el oído o la garganta y mientras reniegas de tu suerte, de repente asoma como una flor la sonrisa del niño, ese gorjeo de pajarito lindo, el balbuceo coronado con una hilera de dientes  que te hacen olvidar todo, hasta el cansancio y te dan ganas de hacerle cosquillas a esa barriga o apretarles los cachetes nada más porque se siente tan bien estar en contacto con un ser tan inocente y puro que te hace recordar que no eres un dios, sino  el más humano de todos los seres y tu razón de estar ahí es por él o por ella.
Ser pediatra es aprender a recibir en la mejilla el beso húmedo, con pegoste de caramelo o chocolate que tu paciente te dio antes de irse, sostenerlo en tus brazos cuando escuchas que llora y no hay quien lo cargue y hasta a veces darle de comer mientras su mamá llega apurada. Es aprender a entender a los padres, a consolarlos, a enseñarles, a escucharlos, a soportarlos y hasta perdonarlos.  A veces hasta llorar a solas compartiendo la pena y el dolor ante lo inevitable mostrándose valiente y sereno luego aun cuando el corazón se te estruja y parte.
Significa haber aceptado que en el fondo de tu corazón de alguna manera guardas al niño o niña que fuiste, como mágico Peter Pan que nunca creció sino que se hizo grande y maduro pero está presente en cada sonrisa tuya, en cada gesto de amor y bondad hacia tus niños. Es esa sensación que te arranca una sonrisa cuando miras irse a casa a tu paciente ya recuperado, mientras mueve su manito diciéndote adiós o mandándote ese beso volado que vale más que nada de lo que se pueda comprar con dinero porque te sabe a triunfo y te llena el alma de orgullo y satisfacción de deber cumplido, algo que nadie más comparte, es solo tuyo.
Por eso ser pediatra es un regalo precioso de la vida, un chance de compartir lo que más nos gusta hacer y a  la vez disfrutar con nuestros pacientes los gestos, las experiencias que se guardan con mucha alegría en el corazón- al igual que las tristezas de lo que no se pudo lograr a pesar que se peleó tanto-, esos recuerdos nos acompañarán siempre al igual que la gratitud, las bendiciones, la sonrisa de los padres y sus niños, que hicieron que esta existencia fuera útil, provechosa, plena y que permiten en días como hoy cuando nos saludan sentirnos muy afortunados por semejante privilegio: ser médico de niños y de adolescentes sí, pero sobre todo ser médicos que dan su mejor empeño y su propio corazón al servicio de ellos, con una sola arma: con amor y solamente por amor a su arte y ciencia siempre para los más pequeños de nuestro país.  

Gracias por tan lindo comentario Dra. Iliana Romero Giraldo


COMENTARIO: Muchas veces he pensado que ser pediatra ha sido  cada día vencer un reto enorme, es reinventarse para ser mejor que el día anterior  ..por esa y muchas razones más - que no son motivo hoy para  exponerlas- y que a la vez es mi mayor motivo de orgullo personal ser pediatra;  esta pequeña y apretada nota expresa un poco mi amor por el arte que practico, porque debo confesar que  amo mucho esta carrera, me apasiona mi trabajo y conozco a muchos colegas del INSN que comparten ese sentir, esa pasión y amor por la especialidad... a todos ellos y ellas va mi  afectuoso , sincero y respetuoso saludo en un día tan especial; para los que tuve como Maestros va mi mayor gratitud por sus enseñanzas y generosidad de compartir su conocimiento y experiencia y a quienes son mis amigos y colegas les doy un fuerte abrazo, mi mayor consideración y admiración por su trabajo diario ..con todo cariño.
Ily