martes, 4 de agosto de 2009

LOS DEFECTOS CONGENITOS NO CROMOSOMICOS NO DEPENDEN DE LA EDAD DE LA GESTANTE


Dependen de los factores reproductivos, sociales, étnicos, de exposición o de estilo de vida

Los defectos congénitos de origen no cromosómico son más frecuentes en los hijos de madres adolescentes que de otras edades. No obstante, existe poca información sobre este riesgo, razón por la que investigadores de la Universidad del Ulster en Jordanstown (Reino Unido) han analizado los datos del EUROCAT, una red de registros poblacionales de malformaciones congénitas con casi un tercio de los nacimientos en Europa, en aras de evaluar la relación entre edad y este tipo de malformaciones.

De acuerdo con los resultados, publicados en el último número de la revista International Journal of Obstetrics and Gynaecology (2009;116:1111-1119), la prevalencia total de malformaciones congénitas no cromosómicas fue de 22,4 por cada 1.000 nacimientos y varió entre los 26,5 por cada 1.000 partos de madres menores de 20 años y los 21,4 por cada 1.000 partos de madres de entre 35 y 39 años.

Las madres adolescentes eran 6,3 veces más propensas que las que tenían entre 25 y 29 años a tener un bebé con un cierre defectuoso de la pared abdominal (gastroesquisis), así como casi cinco veces más propensas a tener un bebé con malformaciones por la infección materna durante el primer trimestre.


Factores ambientales

Asimismo, la probabilidad de desarrollar dos defectos cardíacos, atresia y estenosis tricúspide fue casi tres veces mayor entre las madres adolescentes. El riesgo de anencefalia y problemas en los sistemas nervioso y digestivo también fue mayor en ese grupo de edad.

Por su parte, las mujeres de entre 35 y 44 años fueron más propensas que las madres de entre 25 y 29 años a tener bebés con síndrome de alcoholismo fetal (SAF), pero eran menos que el resto a tener hijos con malformaciones congénitas no cromosómicas.

En palabras del Dr. M. Loane, director de la investigación, “el patrón de riesgo de la edad materna difiere entre los países, lo que sugiere que no sería la edad biológica la que está asociada con el riesgo de anormalidades congénitas no cromosómicas, sino los factores reproductivos, sociales, étnicos, de exposición o de estilo de vida, que se relacionarían con la edad materna, según el país europeo de que se trate”.

Las intervenciones, concluyó el equipo, son necesarias para reducir los factores de riesgo ambientales para los defectos congénitos no cromosómicos, “con especial atención a las madres jóvenes, entre las que algunos factores de riesgo son más prevalentes”.

Gracias a JANO.

IDENTIFICAN FUENTE ORIGINAL DE LA MALARIA



Contrariamente a como se postulaba, los plasmodios de chimpancés y humanos no han coexistido en los últimos siete millones de años.


Según publica la edición digital de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS doi:10.1073/pnas.0907740106), investigadores de la Universidad de California en Irvine (Estados Unidos) han identificado lo que podría ser la fuente original de la malaria).

Más concretamente, los investigadores, dirigidos por el Prof. Francisco Ayala, informan sobre la fuente original del parásito que posiblemente se trasladó de los chimpancés de África Ecuatorial a los humanos a través de los mosquitos.

A pesar de los numerosos trabajos recogidos en la bibliografía al respecto, el origen de la malaria nunca ha quedado demasiado claro. Así, y aunque es bien conocido que los chimpancés albergaban un parásito, el Plasmodium reichenowi, que se encuentra estrechamente asociado al parásito de la malaria humano dominante, el Plasmodium falciparum, la mayoría de los científicos han asumido que estos parásitos habían evolucionado de forma separada en los ancestros de humanos y chimpancés durante los pasados 5 millones de años.

Los autores tomaron muestras de chimpancés salvajes y nacidos en cautividad en Camerún y Costa de Marfil durante exámenes de rutina e identificaron varios parásitos nuevos de P. reichenowi en estos chimpancés. Y los parásitos recién descubiertos indican que la incoherencia de la hipótesis de la coexistencia de ambos plasmodios, apuntando a que la malaria saltó de los animales a los humanos hace tan sólo 2 o 3 millones de años, cuando no hace únicamente 10.000 años, en gran medida de manera similar a como ha sucedido con las pandemias modernas, caso del VIH, el SRAG y la gripe A(H1N1).

Además, la clave en el salto de la malaria de los chimpancés a los humanos se encuentra en la mutación de dos genes: inactivación de CMAH, por el que los humanos, incapaces de general ácido siálico Neu5Gc, se convirtieron en resistentes a P. reichenowi; y una posterior mutación en el receptor EBA 175.

Según los investigadores, el descubrimiento de estos parásitos muestra un rango más amplio de parásitos familiares con el parásito humano, algunos de los cuales podrían proporcionar información clave para el desarrollo de fármacos o actuar como vacunas que podrían ayudar a prevenir la malaria en humanos.


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