De acuerdo con los resultados, publicados en el último número de la revista International Journal of Obstetrics and Gynaecology (2009;116:1111-1119), la prevalencia total de malformaciones congénitas no cromosómicas fue de 22,4 por cada 1.000 nacimientos y varió entre los 26,5 por cada 1.000 partos de madres menores de 20 años y los 21,4 por cada 1.000 partos de madres de entre 35 y 39 años.
Las madres adolescentes eran 6,3 veces más propensas que las que tenían entre 25 y 29 años a tener un bebé con un cierre defectuoso de la pared abdominal (gastroesquisis), así como casi cinco veces más propensas a tener un bebé con malformaciones por la infección materna durante el primer trimestre.
Factores ambientales
Asimismo, la probabilidad de desarrollar dos defectos cardíacos, atresia y estenosis tricúspide fue casi tres veces mayor entre las madres adolescentes. El riesgo de anencefalia y problemas en los sistemas nervioso y digestivo también fue mayor en ese grupo de edad.
Por su parte, las mujeres de entre 35 y 44 años fueron más propensas que las madres de entre 25 y 29 años a tener bebés con síndrome de alcoholismo fetal (SAF), pero eran menos que el resto a tener hijos con malformaciones congénitas no cromosómicas.
En palabras del Dr. M. Loane, director de la investigación, “el patrón de riesgo de la edad materna difiere entre los países, lo que sugiere que no sería la edad biológica la que está asociada con el riesgo de anormalidades congénitas no cromosómicas, sino los factores reproductivos, sociales, étnicos, de exposición o de estilo de vida, que se relacionarían con la edad materna, según el país europeo de que se trate”.
Las intervenciones, concluyó el equipo, son necesarias para reducir los factores de riesgo ambientales para los defectos congénitos no cromosómicos, “con especial atención a las madres jóvenes, entre las que algunos factores de riesgo son más prevalentes”.