sábado, 7 de noviembre de 2009

¿Cómo realizar, evaluar y utilizar revisiones sistemáticas y metaanálisis?



Una de las definiciones más populares de la tan nombrada medicina basada en la evidencia es la de «la utilización consciente, explícita y juiciosa de la mejor evidencia clínica disponible para tomar decisiones sobre el cuidado de los pacientes».

La práctica de la medicina basada en la evidencia significa, por tanto, la integración de la maestría
clínica individual con las mejores evidencias científicas externas disponibles a partir de una investigación clínica.
Aunque este último componente parece, en teoría, relativamente fácil de adquirir, en la práctica los profesionales sanitarios se ven desbordados por una cantidad de
información imposible de manejar. Así, hoy más que nunca existen diversos motivos que hacen
necesario gestionar correctamente el conocimiento1. En primer lugar, sufrimos actualmente un exceso de información; se ha pasado en tan sólo unos pocos años de no disponer de fuentes de información a nadar en una sobreabundancia que nos satura y puede ser ciertamente
contraproducente.

Se calcula que se habrán realizado cientos de miles de ensayos clínicos aleatorizados sobre
diferentes aspectos de la asistencia sanitaria desde 1948, año en el que se publicó el primero de estos estudios2. Y el futuro se promete imparable en cuanto a la expansión continua de la información obtenida mediante la investigación.
A modo de ejemplo del exceso de información al que nos vemos sometidos, si introducimos el término ...........................

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