Cuenta una antigua
leyenda que el dios Júpiter colocó dos alforjas sobre el hombro de cada ser
humano.
En la alforja de adelante cada
quien lleva los defectos de los demás y en la alforja de la espalda van sus
propios defectos.
Por eso es que tenemos tantos
ojos para las fallas ajenas y las criticamos sin cesar, mientras casi ni vemos
nuestras fallas y limitaciones.
Pues bien, nada mejor que
echar todas las fallas, propias y ajenas, en la alforja de atrás; cambiar con
amor lo que podemos y aceptar lo que es inevitable.
Nada más oportuno que cambiar
la crítica destructiva por la comprensión, y el juicio por una amable
tolerancia. El juicio nos degrada y la bondad nos engrandece.
No seas nunca un archivador de
ofensas ni te conviertas en un juez implacable porque llenarás tu alma del más
mortífero veneno.
Sin permitir que abusen de ti,
vive en paz al crear unas relaciones iluminadas por la comprensión. Aprende a
ser tolerante con tus fallas y las de los otros.
1 comentario:
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